Durante un mínimo de 12 meses para los Crianza y 18 meses para los Reserva, el vino reposará en barricas de roble francés, apiladas a un máximo de dos alturas.
Para evitar el contacto del vino con el aire, las barricas se rellenan diariamente. Periódicamente se vacían, se lavan con agua caliente, se higienizan y vuelven a llenarse, con lo que se consigue una lenta decantación natural que evita posteriores filtraciones o precipitaciones agresivas que reducen el potencial del vino.
El proceso de envejecimiento tiene lugar en barricas de 225 litros, a temperatura, humedad y ventilación controladas permanentemente.
Finalmente, el vino es trasvasado a la la sala de embotellado. Las botellas se almacenan entre 4 y 15 años bajo permanente control de temperatura y humedad hasta que el largo proceso de envejecimiento finaliza.